La gata que no podía dormir


Te amo tanto... y ni siquiera sé dónde estás.
Cierro los ojos y la única imagen eres tú junto a mí;
tú sucumbiendo a mis escalofriantes caricias que se adueñan de cada trozito de tu piel.
Consigues erizar el bello de mis brazos acalorados por los tuyos.
Me abrazas toda, me tienes toda, me besas toda.
Juego a ser una gata que no quiere dormir
y que no quiere otra cosa que no seas tú.

Me faltan tus abrazos en la sala oscura del cine,
el anticipo de tus manos sobre las mías porque sabes de sobra cuando derramaré la primera lágrima.
Me falta tu ausencia en la cama sustituída por el peluche que me regalaste.
Me faltas todo y a la vez nada.

Se desbocan los latidos de mi corazón en tu mundo onírico y paralelo.
Vibran mis dedos al deslizarse por el fuego de la colcha vacía.
Me timan los juegos de mi mente,
me engañan de mala manera.

Es el sueño sempiterno de mi vida sin tí.
Elucubraciones sin sentido que absorben el papel protagonista.


[...y me pongo a escuchar canciones que consigan que te pueda amar...]

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